Motivado por los correos ambientalistas de un muy buen amigo, al cual de por cierto ya lo tengo en el concepto de loco, incluso mucho antes de que llegarán sus green mails, porque para hablar abiertamente ¿Quién si no aquel que anda moviendo un compost, defecando en canecas con aserrín, llenando embases de plástico con filtros de cigarrillo y esperando con ansias el fin del petróleo es un loco? Y además de eso, recordando que en los viajes al Choco pude percatarme que la pobreza tal como la percibimos no es más que un concepto por nosotros inventado, tan subjetiva como la vida misma, no puedo dejar de sentir de ninguna otra comunidad más envidia que por aquella que pueden vivir en equilibrio con su entorno. Aunque debo reconocer que mis recuerdos del Choco en la actualidad son imágenes de una realidad contaminada por el mundo que sueño, pero en fin, como he sostenido siempre, la gran ventaja que tiene Colombia es tener una gran parte de su territorio olvidado para poder beneficiarse de él cuando los recursos en los actuales escaseen.
Una política que a mi parecer se halla en plena armonía con la Ley 99 del 93 en la que fueron redactados de manera maravillosa los fundamentos de la política ambiental colombiana y por medio de la cual se crea el Ministerio del Medio Ambiente, además de estar consignados en ella nuestros deberes como parte, no fundamental, si no como eso, como parte, un elemento más, sin parecer reiterativo, algo que quizás no haga falta.
Principio 3: El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras.
Lo irónico es que en medio de esta gran proclamación de políticas y derechos, entre ellos el de gozarnos la Pacha mama, surge un deber que es vital para entender y aceptar que el camino por el que optamos ir en busca del progreso va en contravía de ese equilibrio que ahora anhelamos.
Principio 7: ...En vista de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de que disponen.
Es un texto sencillo porque lo que pretendo es despertar el interés por un tema que no se agota acá sino que en un futuro será fundamento y eje de nuestras vidas, nuestra existencia. Para empezar, entonces, dejo de tarea el título de éste.
CARLOS ANDRÉS SALAZAR MARTÍNEZ
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