Principio 22:
Las poblaciones indígenas y sus comunidades, así como otras comunidades locales, desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el desarrollo debido a sus conocimientos y prácticas tradicionales. Los Estados deberían reconocer y apoyar debidamente su identidad, cultura e intereses y hacer posible su participación efectiva en el logro del desarrollo sostenible.
Hablando de lo bello que es encontrar en un país como el nuestro una ley ambiental que brilla por su preocupación sobre un tema tan radical como la conservación del medio ambiente y las posibles alternativas que existen para lograr recuperar aquello que hemos perdido, sin lugar a dudas, un tema que destaca alrededor de éste es el posible agotamiento que ha sufrido la tierra a cuenta de nuestra forma de cultivarla.
No sólo los químicos y abonos utilizados para el cultivo intensivo nos tienen en un predicamento, ahora resulta que el hecho de que por encima de la tierra cultivada pasen los inmensos tractores provoca un aplastamiento y desgaste continuo de la nutritiva tierra negra que alimenta las plantas. De esta manera, y sin percibirlo, vamos acercándonos a la estéril tierra amarilla de la que no es posible obtener nada saludable. A través de grandes esfuerzos ha sido posible recuperar algunas tierras haciéndolas aptas para el cultivo; experiencias en países de África y Asia así lo demuestran. Sin embargo, no es suficiente, muchos de los intentos han sido infructuosos y han significado un gasto importante de tiempo y recursos. Muchos factores influyen en que este tipo de proyectos de recuperación ambiental sean un total fracaso.
En los años 50 Win Sombroek, científico del suelo, viajó al Amazonas y halló respuestas. Respuestas inconclusas, pues, su hallazgo fue la visión del resultado, sin los intermedios, sólo una pista, que incluso después de casi 60 años no ha podido ser resuelta: La Terra Preta do Índio es tierra negra que se extiende hasta 2 metros de profundidad, rica en nutrientes y que, además, existe donde se supone no debería existir; tierra elaborada por indígenas en un pasado, ya tan remoto, que nadie guarda recuerdo de como elaborarla. Algunas áreas de este tipo de tierra se hallan en lugares selectos que bordean el Río Amazonas. Áreas en las que, durante nuestra historia anterior al descubrimiento, había asentamientos indígenas.
Una mezcla de cerámica precolombina y carbón llena la desnutrida tierra de minerales vitales para el mantenimiento de cultivos exigentes en un lugar en el que se creía muy improbable, la selva tropical. Un enigma sin resolver: los herederos de Sombroek aun desconocen los procedimientos necesarios para producirla y más importante aún las causas por las cuales los pobladores del Amazonas decidieron crear su propia tierra.
Un inesperado tema sobre el que podrían leer más en la Revista de la National Geographic del mes de septiembre de 2008 y que justifica en gran medida el Principio 22 de nuestra hermosa ley. Texto que podría recomendar a la FARC para que cese el aniquilamiento de nuestra memoria indígena y al gobierno para que no los ponga en medio.
Citaré, en homenaje, lo que William Ospina resalta en su libro La Decadencia de Los Dragones:
“Nuestra tradición es tan rica como cualquier otra, y si alguna pobreza padecemos es la de nuestros críticos, educados en la pequeñez y en la impostura. Basta ver la orfebrería de los quimbaya o de los calimas, las miniaturas exquisitas de la Malagana y la alfarería de los tumacos para saber que desde hace mucho antes de la irrupción de Occidente en nuestras tierras ya estaban aquí toda la sensibilidad y toda la belleza…”
CARLOS ANDRÉS SALAZAR MARTÍNEZ
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