03 julio 2017

Al lado correcto







Tuve la oportunidad de trabajar en una de las 26 zonas veredales donde están las FARC, me encontré con decenas de hijos de familias campesinas que habitaban tierras olvidadas en humildes casas ancladas en los infinitos pliegues de estas cordilleras. 

Los testimonios de los guerrilleros son una verdad necesaria para acercarnos a la realidad de este país, para entender las limitaciones y errores propios de una nación joven en un complejo territorio: extenso, diverso, rico, accidentado, pluricultural. Entonces, la mirada centralista del Estado no alcanzó a reconocer a quienes hijos también de estas tierras nacían con derechos. 

En conversaciones espontáneas con guerrilleros, ellos demuestran tener justas razones para creer que están del lado correcto, con raíces de familias endémicas que han sido condenadas a estar al margen del bienestar de esta nación, sin la atención y la preocupación de nadie, parecen tener la certeza de la presencia de otros, extraños en su mundo, que de manera intencional los han sumido en la pobreza, que habían enviado su ejercito y luego a los paramilitares para mezclarse en lugares, comunes para ellos, recónditos para los del centro, para imponerse por medio de la fuerza; los terratenientes abusaban, las multinacionales cercaban y desplazaban y los soldados maltrataban.


Pero ellos, obstinados, se niegan a reconocer que en las ciudades también se tienen razones suficientes para considerarlos enemigos y extraños en esta tierra, "repúblicas independientes", que desconocen la constitución y las instituciones que si saben lo que necesita el país.

Así es que en mi esfuerzo de otredad con el guerrillero, de entender su principio de realidad, me queda claro que también ellos han construido una autoridad moral para tomar las armas y ejercer la violencia. Y entiendo que la polarización radica principalmente en esa moralidad que busca definir quien es bueno y malo, de tener que crear un enemigo para justificar los males y las penas cotidianas 

Por mi parte, prefiero concluir que esta guerra es una tragedia, que como tal fue necesaria o inevitable, en la que no hay buenos y malos, ganadores y perdedores, por el contrario todos debemos cargar con las masacres, los desaparecidos, los desplazados, los genocidios, con la memoria del horror que se cernió sobre el campo y las ciudades, como se cargan y se asumen las victimas de un desastre que nadie y todos provocamos

Es una excelente noticia que los guerrilleros hayan dejado las armas, lo que quiere decir que estamos resolviendo este horrible mal entendido






Juan Camilo Salazar Martínez

0 comentarios:

Publicar un comentario