30 abril 2015

Mujeres posibles

La pantalla se llenó de mujeres. Ingresó todos sus datos personales en una página de citas por internet. Tenía ejemplos claros de que para mejores amigos, los algoritmos. Ellos había atinado a dar un esposo de Argentina a una prima, una princesa de Suecia a un vecino y una chica de Ipanema a un compañero del trabajo. Por años había esperado que alguien hubiera tenido el valor de presentarle, solo una vez, una mujer bonita y honesta. Estaba decidido a desconectarse de la frustrante relación en la que se encontraba desde hacía tres años y en la que hasta el más mínimo detalle afectaba cualquier tregua.

Algunas de las preguntas en el formulario de ingreso lo hicieron sentir miserable, otras lo hicieron creer un gran pretendiente. Se vio tentado a mentir en más de una, especialmente en la de su estatura y en la de su rango salarial –recordó la estadística según la cual mientras más bonita ella más gana él–. Otras preguntas lo sorprendieron: ¿Qué acostumbra hacer mientras espera, mira su celular o ve pasar gente? ¿Cuál es su sistema operativo favorito ios o android? No pudo predecir qué efectos tendría en la selección de su posible pareja una u otra respuesta.

La gran duda le sobrevino cuando al preguntarle por su actriz favorita la memoria le sugirió la Charlize Theron de Dulce noviembre, la Natalie Portman de Dior, la Scarlett Johansson de Perdidos en Tokio o la Rachel Welch de Hace un millón de años. Se saturó ante el vértigo de todas las mujeres posibles igual que le sucede ahora frente a la pantalla.

Un problema a parte fue escoger una foto digna para su perfil. Y notó que la mayoría de las fotos de las mujeres seleccionadas por las ecuaciones parecen haber sido producidas por un profesional. Se preguntó en cuántos datos habrían mentido todas esas mujeres, se creyó cómplice de un fraude global y regreso al chat en el que su novia había puesto una foto de ambos mirando a la cámara, fuera de foco y a contraluz.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Describe una situación totalmente acorde a la realidad, muy bueno...

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