Me gustaría gozar de la capacidad infinita que tenía Borges para acercarse a los libros.
Osado es el autor que intenta comprenderlo por completo, de su literatura, sólo es posible acercarse a ciertos lugares, sólo a fragmentos desperdigados de un espíritu totalizador.
Para dilucidar por completo aquello de lo que habla Borges es necesario ser matemático, astrónomo, teólogo, filósofo, geómetra, bibliotecario, estudioso de lenguas muertas, lingüista, místico y buen lector. Y en ese último aspecto, tal vez el más definitivo, termina siendo él superior.
En ese mundo de ficción que imaginó y alcanzó a compilar se dan cita los más versados escritores, conocidos y desconocidos, de oriente y de occidente, contemporáneos y clásicos, reales e imaginarios y están, por supuesto, aquellos personajes cuyo único referente en la realidad es el mismo escritor.
¿Quién mejor que Borges para imaginar un hombre completo y luego crear el mundo en el que debe vivir? ¿Quién mejor para desencadenar un cumulo de ideas luego de contemplar una flor? ¿Para quién habrá sido más largo ese instante que cede la vida para recordarla, justo antes de que llegue la muerte? ¿Quién más cerca de pronunciar el verdadero nombre de Dios o descifrar el mensaje que en las manchas sobre la piel de un Jaguar aún aguarda ser develado?
No hubo para ninguno de estos aspectos un hombre que haya estado tan cerca de serlo, de estar tan próximo de vivir su propia ficción. Alguien que sumido en las posibilidades y cerca de los acertijos propuestos por el creador en sus sueños, se inquietó por los temas que debe enfrentar un hombre solitario: el tiempo con sus bifurcaciones y posibilidades; el espacio con sus laberintos, con los reflejos, con sus cruces; los enigmas que representan las palabras y muy ocasionalmente uno que otro sentimiento digno de contar. Nada que tenga que ver con sensaciones paganas, así lo hace ver, de eso que hablen las novelas; ni el amor, ni la felicidad, ni la amistad... nada de eso.
Es obvia la pasión que le despertaba el conocimiento, es imposible imaginar un Borges romántico pero tal vez él, también, tenía en su interior la sombra terrible de alguien superior, alguien a quien no se atrevió a retar y que hizo del hablar del amor algo sagrado, Shakespeare.
Sólo espero, alguna vez, crear algún endecasílabo digno de ser escuchado en honor a quien me obsequió la literatura y dejó en mi razón su sombra terrible.
Carlos Andrés Salazar Martínez
3 comentarios:
No hay necesidad de comprenderlo todo en un absoluto que nos saciaría sin mas… que bueno conocer apartados conexos, “desperdigados fragmentos” y hacerlos tesoro en una caja bajo la arena… para algún naufrago solitario!
En mis lecturas -tan pocas y dispersas- he vagado y fracasado alegremente en los volúmenes de Borges. Por ello confieso haberme encontrado en este texto, y haber compartido la complicidad de la inmensa ignorancia.
MUY BUENO, ESTA ES LA TERCERA VEZ QUE LO LEO.
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