Personas como yo estamos a la espera de una idea; fatigamos las bibliotecas e indagamos el mundo en busca de respuestas, buscamos las señales que nos indiquen el camino, los dedos de dios en el universo como afirmaba Kepler, las pistas esparcidas después del Big-Bang sobre nuestro origen y propósito hasta que para algunos esa búsqueda halla respuesta y es a lo que el resto de los mortales ciframos como la inspiración.
Inspiración que muchas veces llega antes o después, pero que al fin y al cabo marca el encuentro con lo sublime de la experiencia, en cualquiera de sus manifestaciones. Y es precisamente el hecho de que llegue antes o después lo que da la pauta para considerar a alguien un genio o un maestro. No pretendo desmeritar a nadie, pues podría terminar interpretándose este tema de la inspiración como un golpe de suerte, debo reconocer que para ambos casos se necesita de la disciplina y el trabajo arduo, debe estarse preparado para reconocer que ha llegado el momento y si es en realidad de vital importancia para llevarlo a buen puerto. También suele escucharse como después de dar vueltas por la cabeza una idea que va del inconsciente, al subconsciente y de ahí realiza su trayecto definitivo al consciente sale renovada, con la fuerza y madurez que da semejante viaje.
¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué? y en especial ¿A quiénes bendice esa inspiración o visión clara del mundo? son cuestiones a las que intento dar una pronta respuesta. Pero como se que tal vez la inspiración no me alcance, si pretendo dar ejemplos de lo vital que es la edad para ciertos casos, sin dejar de lado que cualquier excepción confirmará la regla.
Siempre se ha creído que los deportes son la actividad en la que más marcada esta la frontera entre estar dentro o fuera. Diríamos pues que entre los 34 y 38 años de edad es el rango en el que la mayoría de practicantes de algún deporte, de manera profesional, ven su carta de retiro. Nosotros, los aficionados, lo damos todo por ese instante de claridad en el que conspiran los límites del cuerpo y el ingenio. Sin embargo, no es el deporte la profesión más desagradecida con quienes la mantienen vigente; luego del desarrollo de manera independiente de la física Clásica y Cuántica los físicos teóricos buscan de manera desesperada las ecuaciones que les permitan unificarlas, una ecuación que nos dé la explicación de cada suceso que ocurre en el cosmos, a esa búsqueda cuya respuesta aún está lejos de ser encontrada la llaman Teoría de Todo y el principal problema no tiene que ver con restricciones matemáticas o nuestra comprensión del universo, en uno de sus artículos sobre este tema la revista Investigación y Ciencia (Marzo de 1996) nos advierte que "Los físicos, como las modelos, tienden a creer que a los veinticinco años han dado lo que podían dar", sin embargo, para que una persona pueda hacer un aporte nuevo a la Teoría es necesario que domine, que haga suyos, que impresos en su memoria estén temas como la teoría de campos, supersimetría, gravedad, solitones y topología. Lo que quiere decir que es necesario romper con el paradigma de la edad y procurarse la claridad hasta la tumba.
Sin embargo, para Octubre del presente año Malcolm Gladwell escribió en The New Yorker un artículo esperanzador en que lista algunos casos en los que la edad no fue un obstaculo: Alfred Hitchcock realizó “Dial M for Murder”, “ Rear Window”, “To Catch a Thief”, “The Trouble with Harry”, “Vertigo”, “North by Northwest” y “Psycho” entre sus 54 y sus 61 años; Mark Twain publicó “Las Aventuras de Huckleberry Finn” a los 49 y Daniel Defoe escribió “Robinson Crusoe” a los 58. Entre tanto: Orson Wells realizó "Citizen Kane" a los 25, Herman Melville escribió su "Moby Dick" antes de los 32 y Mozart compuso su concierto para Piano N° 9 a sus 21.Lista a la que yo añadiría a Jose Saramago, quien nos obsequió "El Evangelio Según Jesucristo", "Ensayo Sobre la Ceguera", "El Cuento de la isla Desconocida", "La Caverna", "El Hombre Duplicado", "Ensayo Sobre La Lucidez" y "Las Intermitencias de la Muerte" entre sus 69 y 83 años y en el lado opuesto a algunos vecinos, Jorge Isaacs a los 30 años publicó su única novela, para José Asunción Silva 31 años fueron suficientes mientras que para Andrés Caicedo 25 eran demasiados.
Como dice Umberto Eco "Ha sido un gran ejemplo y un gran consuelo para mi inquieta juventud de estudioso saber que Kant escribió su obra maestra de la filosofía sólo a la venerable edad de cincuenta y siete años; así como siempre he sido presa de una irrefrenable envidia al saber que Radiguet escribió Le Diablea au Corps a los veinte. Pero estos elementos no nos ayudan a decidir si Kant tenía razón al aumentar de diez a doce el número de las categorías, ni si Le Diablea au Corps es una obra maestra (lo sería aunque Radiguet lo hubiera escrito a los cincuenta y siete)."
Para terminar, no todos son momentos de iluminación precoz o rezagados instantes de claridad, en la mitad del camino, por ejemplo, fue sorprendido Gabriel García Marquez con un golpe de inspiración que lo pondría en trance por 14 meses. Yo, a mis 27, continúo buscando.
CARLOS ANDRÉS SALAZAR MARTÍNEZ
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