21 enero 2009

Un Lugar Acogedor


Un lugar acogedor, esa es la mejor manera de describir lo que siento cuando pienso en mis amigos. Siempre se ha dicho que para las buenas y para las malas: la familia, un conglomerado de personas que para bien o para mal lo vio crecer a uno y que no más porque sí toleran tus errores y defectos. Pero los amigos son algo difícil de definir, algunos están, y otros aunque ausentes, pueden saber que entre los trogloditas eres el más pero a pesar de la premisa siempre están ansiosos por brindarte una cerveza.


Pero ¿Qué impulsa a que un puñado de personas dispersas, unidas por accidentes del destino, decidan enfrentar el paso de los días juntos? Pueden existir varios motivos, un interés común (podría encabezar la lista), aunque pensándolo bien podría ser el único; pues, había pensado en una relación de parasitismo pero en nosotros, los seres humanos, este tipo de relación no es válida pues por lo general existe el que abusa y al que le gusta ser abusado, de lo contrario no perduraría tal relación.

Asi que vamos un poco más allá, en 1809 Johann Wolfgang Goethe publicó "Las Afinidades Electivas", Novela en la que haciendo uso de todos sus conocimientos sobre la ciencia busca definir cómo es que son posibles este tipo de relaciones.

"Del mismo modo que cada cosa tiene una atracción respecto a sí misma, también tiene que tener una relación con el resto de las cosas. Y ésta será diferente de acuerdo con la diversidad de sus naturalezas. Tan pronto se encontrarán como si fueran viejos amigos y conocidos que se pueden aproximar y reunir rápidamente sin modificarse mutuamente, como les ocurre, por ejemplo, al agua y al vino, como, por el contrario, se mantendrán obstinadamente alejados y extraños entre sí y no llegarán a unirse ni siquiera recurriendo a procedimientos de mezcla o fricción mecánica, como les ocurre al agua y al aceite, que se vuelven a separar de inmediato cuando se trata de mezclarlos...

A aquellas naturalezas que cuando se encuentran rápidamente se amalgaman y se determinan mutuamente, las denominamos afines."

Siempre he pensado en los amigos como aquellos que ponen los límites para obtener un conocimiento completo del mundo. Somos una red, y muestra de ello es la popular teoría de los Seis Grados según la cual nos separa de conocer a cualquier persona del mundo seis personas, teoría por demás debatible, pero que da indicios de que estoy en lo correcto al sospechar que nuestros amigos son los que ponen las fronteras para acercarnos a otras personas, a otros lugares, costumbres o ideas. ¿Por medio de quién si no es un amigo nos enteramos de los datos, chismes y anécdotas que no nos llegan desde la academia? La camaradería no deja de ser igual de valiosa que el amor pues la primera es fuente de conocimiento y la otra es fuente de inspiración.

Tratemos de ir, entonces, un poco más lejos. En 1992 el antropólogo Robin Dunbar encontró que el límite cognitivo de relaciones sociales estables que un ser humano puede mantener es 150.

Como explica Dunbar en su estudio “…Existe un límite cognitivo al número de individuos con los cuales una persona puede mantener relaciones estables, así también éste límite es una función directa relativa al tamaño de la neocorteza, y esto en efecto limita el tamaño del mismo grupo [a formarse]”. 150 era el límite natural que este estudioso encontró para grupos como las poblaciones del neolítico, la cantidad de académicos en una sub-especialización de una disciplina, y 150 hombres era el número de soldados encontrados en una unidad promedio desde la Antigua Roma hasta el siglo XVI. Y adicional a todo esto, Dunbar asevera que este tipo de unidades sólo pueden permanecer si el grupo de personas pasan un 42% de su tiempo socializando y el refinamiento que sufre el lenguaje se debe principalmente a la intención inconsciente que existe de limitar esa cantidad de tiempo.

Ahora dirán ustedes pero ¿Hasta donde más podemos ir en este vericueto?, pero en un curioso artículo escrito por Michael Kinsley en la revista The NewYorker el presente año me encontré con que si nos esforzamos podemos ir hasta el lugar al que nunca quisiéramos ni acercarnos ¿Cuántas personas crees que acudirán a tu funeral? a lo que Kinsley responde, eso depende de en qué edad te encuentres al momento en el que vaya por ti la parca, pues si 150 es la cantidad de relaciones estrechas que podemos mantener y la muerte comienza a arrebatarnos seres queridos sin avisar, para luego parecernos algo común a tal punto que si logramos llegar a los 63 años vemos morir un ser querido por año, luego son más, y más alto se va haciendo el promedio por año y más difícil es permanecer con vida, "así, a los 75 años sólo quedarán 67 personas de nuestra cohorte original, para al final, al cumplir 100 años, sólo quedar tres", eso suponiendo que podamos superar los azares de nuestro hado y más interesante aun, que llegando hasta allí tengamos la suficiente lucidez para conversar con los otros dos, de los 147 ingratos que se fueron sin avisar.

Sé que muchos se sorprenden de tal cifra y dicen: ¡150… baahh! Yo tengo 350 en mi Facebook, y yo de inmediato les preguntaría ¿En cuentos de ellos depositarias tu confianza?
CARLOS ANDRÉS SALAZAR MARTÍNEZ

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