Leer Faulkner es como escuchar hablar a mi abuelo: la picardía, la aventura, las historias que en medio de toda su realidad esconden todo lo mágico de aquel tiempo en el que todos los procesos estaban sujetos a la voluntad de la naturaleza y el hombre sólo era una victima de su accidentado e impredecible transcurrir. Historias justo en ese momento histórico en el que comenzamos a trabajar en pro de no depender de nadie más, sólo de nosotros, y de esa forma tirarnos en la armonía que existía.
“- No -dijo el señor Ernest-. Eso ya no es suficiente. Hubo un tiempo en que lo único que tenía que hacer un hombre era trabajar la tierra once meses y medio y cazar el otro medio. Pero ahora no es así. Ahora dedicarse al oficio de la labranza y al oficio de la caza no es suficiente. Uno debe dedicarse al oficio de la humanidad.”
Justo como estar hablando con él. El "ya no es suficiente" que se repite generación tras generación. Ya no es suficiente con saber leer, escribir, sumar y restar; ya no es suficiente con terminar el colegio; ya no es suficiente con ir a la universidad; ya no basta con tener un postgrado, ya no es suficiente.
Nací en una época en la que prácticamente todo ya esta hecho, tu vida esta trazada y si perteneces a cierto estrato socioeconómico estas destinado a llevar una vida en procura de alcanzar un peldaño más en la escala de valor.
Nací en una época en la que prácticamente todo ya esta hecho, tu vida esta trazada y si perteneces a cierto estrato socioeconómico estas destinado a llevar una vida en procura de alcanzar un peldaño más en la escala de valor.
Por eso admiro el tiempo en el que los abuelos arriesgaban todo por dos acres de tierra, en el que no eran amos de la naturaleza sino que comprendían la forma adecuada de no perturbar los ciclos que hacen temblar de pasión los fértiles campos. En el que habitaban con ella en pleno equilibrio.
Es para mí más inspirador ese recuerdo que el cataclismo del que soy testigo, un enfrentamiento no sólo con la naturaleza sino con nosotros mismos, un suicidio lento, del cual será testigo ella y gracias al cual, muchos años después de nuestra extinción, ella tendrá la posibilidad no sólo de olvidarnos sino de dar paso a otra forma de vida que tal vez la comprenda.
“-Si -dijo el señor Ernest-. Así que debes ir a la escuela. Porque debes saber por qué.”
Todo aquello que amenaza nuestra estadía en la tierra ha sido creado por nosotros mismos, consecuencia de nuestro despreocupado interés por cuidar nuestro hogar y nuestro afán por satisfacer nuestros propios intereses.
“Sólo después de que el último árbol se haya cortado, sólo después de que el último río se haya envenenado, sólo después de que el último pez haya sido capturado, sólo entonces entenderás que el dinero no puede comerse”. Profecía Creek
Y mientras tanto seguimos yendo a la escuela con la esperanza de hacer algún viaje interplanetario que nos salve la vida.
CARLOS ANDRES SALAZAR MARTINEZ
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