16 abril 2010

Natalia, fuente de inspiración


Hablemos entonces de Natalia, me perdonaran todos que trate de hacer una aproximación al tema, pero además de ser una de las mujeres que pone en evidencia los límites de lo que consideramos perfección física (imposible manifestarme en contra), es alguien que me hace pensar en el que será de todas las mujeres que como ella explotaron su virtud competitiva, la belleza.

Dos justificaciones adicionales puedo exponer al respecto, Kate Moss en realidad no me parece tan linda y culmina el tratado sobre la belleza de Umberto Eco. Y la otra es que no quiero hablar de política.

Yo sé que no tengo foto, ni evidencia, lo más seguro es que ella ni se acuerde que estuvo allá. Pero la tuve cerca y, tal vez, por la novedad no la aprecie completa, tal y como se degusta la foto de una bella chica o se contempla otra mientras va por un café. Nuestros ojos inquisitivos hacen juego con el inexistente reproche.

Ya sé que todo esto suena a otra cosa, pero estuve pensando que falta poco para que toda esa perfección se vaya, las cremas y tratamientos libraran una incansable lucha por intentar revertir el paso incesante del tiempo, o incluso es posible que toda esa perfección ya se haya ido y tengamos frente a nosotros un montón de cirugías, los efectos del botox y la magia del photo-shop. Es posible incluso que Natalia y alguna otra hayan agotado 5 años de su vida en la inútil empresa de tomarse toda la cantidad de fotos posibles para guardarlas como reserva para cuando el fatal día llegue.

A propósito, Pascal Dangin, es considerado el mejor artista digital del momento y las marcas para las que trabaja dan cuenta de ello: AFR (Air France), AMX (American Express), BAL (Balenciaga), DSN (Disney), LUV (Louis Vuitton), TFY (Tiffany & Co.), VIC (Victoria’s Secret). La ventaja de él sobre los demás: adelanto estudios de anatomía en Francia y sabe cosas que nosotros -y la mayoría de quienes trabajan con el photo-shop- desconocemos sobre las proporciones perfectas.

Pero bueno, dejemos las cosas así mientras tanto, ahí tenemos los valiosos ejemplos de mujeres que han logrado mantenerse lozanas más de lo esperado.

Otra cosita, sé que a Natalia también se le crítica por haber dado no solo una, ni dos, ni tres respuestas descabelladas a preguntas traídas de los pelos, pero también fui testigo de la más bonita (casi pongo tierna) respuesta que haya podido dar cualquier persona a la pregunta por cuál ha sido el más lindo piropo que se han atrevido a hacerle. Ella, sin mucho preámbulo, respondió que el más lindo fue que estando en un centro comercial al verla un señor, ya entrado en años por cierto, no teniendo palabras de admiración atino a echarse la bendición. Una bendición que muy seguramente fue para dar gracias a Dios por el milagro.

En este momento muy seguramente estarán pensando que me enloquecí, que tanta noticia liviana me volvió concupiscente. Y les daré la razón, es inevitable, ante tanta foto e imagen extraordinaria, no serlo. Pero también les diré, a favor de lo que quiero escribir sobre lo que es el mundo, que esta discusión y otras que se avecinan son necesarias. Y justifican un tratado que podría llamarse “De como una pequeña mujer puede hacerme olvidar la guerra”.

Carlos Andrés Salazar Martínez

Imagen: Pascal Dangin

http://www.newyorker.com/reporting/2008/05/12/080512fa_fact_collins#ixzz0lHEnMKaT

03 abril 2010

¿Esta va a ser la franja amarilla?



Representantes de un sector intelectual de Colombia han inscrito por estos días, en distintos medios, el deseo vehemente de que Mockus y Fajardo hagan sustancia de sus movimientos bajo las capitales posibilidades de consolidar una fuerza desde el centro de la democracia para acceder al poder.

Lo que a mi juicio es síntomas importantes del deseo de que nuestra Colombia salga del atolladero tercermundista, tal cual lo ha logrado Brasil y Chile, superando de manera responsable y no retórica los índices de desempleo, de corrupción, y de inequidad.

Lo que podríamos llamar un sector inteligente de Colombia, es consciente de la oportunidad histórica de la construcción de un Proyecto Nacional, con un marco cognitivo que logre superar el estatismo rural y se involucre también con los contratiempos urbanos, por no decir globales y modernos, como quizás podríamos entender entre líneas a Faciolince. Pero también somos conscientes de las circunstancias personales y políticas de las cuales es difícil prescindir para dar vía libre a la coalición.

Fajardo aparece siempre frente a este tema; con que tiene todo un trabajo de por medio que suma dos años, de lo cual a mi parecer hace argucia frente a un trabajo que ha sido fundado sobre principios democráticos y éticos, lo cual supone una adhesión limpia y consciente de miles de colombianos que lo apoyan. Y yo me pregunto si Sergio no es consciente del legado pedagógico de su campaña el cual nos ha hecho creer que somos la esencia de la democracia, por el solo hecho de que nuestra participación política es el resultado de una construcción social orientada por principios, principios que se seguirán honrando en la coalición con el Partido Verde.

Pues como si fuera un presagio ya escribía William Ospina hace unos años:

“Pero ese país en formación aún no está integrado en un Proyecto Nacional. Sus esfuerzos crecieron aislados, y por eso la nación donde se gesta la rebelión civilizadora, llamada a cambiar por fin los protagonistas de la historia colombiana, todavía produce la sensación de ser sólo un dilatado desastre en cine mudo. Todavía ese pensamiento plural no se ha cohesionado en un lenguaje que nos permita entrar en diálogo creador unos con otros. Aún impera el lenguaje receloso, faccioso y excluyente que nos enseñaron, pero en incontables ciudadanos existe ya la semilla de esa Nueva República, unida en su complejidad étnica y cultural, y a la vez respetuosa de sus diferencias.”

Es el momento para fundar un poder sobre una sociedad idealista, no narcisista, quizás uribista, que apremian por ungir un hombre para ser honrado por semejantes, por eso mi voto hoy es para los principios y la democracia, porque la identidad nacional no se funda sólo en un hombre.


Juan Camilo Salazar Martínez