El mismo morbo con el que alguna vez encendí la televisión para divertirme con las circunstancias creadas sobre las que son orientados los sentimientos y deseos de un puñado de infelices, fue con el que asistí a una reunión política a tres cuadras de mi casa.
La invitación era para las 7:00pm, mi asistencia fue puntual para disfrutar de principio a fin, lo que yo vaticinaba sería un reality.
El presentador – si, “EL”, deben imaginarse mi desilusión - sabe percibir lo obvio, aquella somnolencia de los participantes propiciada por sus expectativas particulares: algún empleo, alguna universidad, algún negocio que el candidato todavía no sabe. Los deseos de esos infelices eran tan latentes, individuales y desesperados, que ya eran presa fácil del escenario político.
- muchas gracias por venir, dense un fuerte aplauso. Este es el tarjetón que ustedes van a recibir, marquen con una X la M y luego el numero 101, si, porque recuerden que es este el candidato que nosotros estamos apoyando.
¿Alguien que me diga lo que debemos marcar? …Muy bien
¿Alguien que me diga lo que debemos marcar? … Muy bien
¿Alguien que me diga lo que debemos marcar? … Muy bien
En esta ocasión no son los mensajes de texto, no es enviar la palabra RANDA al código 1206, pero el negocio debe de estar por alguna otra parte, y es en esa asistencia que se confunde con la participación es que los colombianos eligen cantantes y políticos que finalizados los realitys, no se vuelven a ver.
No les miento si les digo que esta fue la temática propuesta de la reunión durante una hora, donde eso de la somnolencia hace las veces de hipnosis, y la estupidez inducida por repetición cobra importancia.
De golpe los minutos me transcurren como en los hospitales, lentos, fríos y confusos, cómo juzgar a los que participan de estos realitys, cuando se es infeliz qué más da aferrarse a esas ilusiones en tiempo de Elecciones, la indolencia se me escurre por las manos, hasta ahora mi concepto sobre los asistentes no era más que el mismo con el que participan los candidatos en estas reuniones; Ya no veo una masa burda que solo espera un refrigerio, comprendo que esperan más que eso.
El escenario se me torna propicio para ridiculizar al presentador con sus candidatos y todo, pero que difícil es ser inapropiado sobre lo inapropiado, y en muchas partes me ocurre esto: ser el paciente más infeliz.
JUAN CAMILO SALAZAR
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