16 julio 2016

El argot de la paz



Para quienes nos interesa y consideramos importante hablar y escribir sobre la paz en este momento histórico para el país, en el que estamos cada vez más cerca de la desmovilización del grupo armado ilegal más grande y antiguo que ha tenido Colombia, es necesario revisar cuidadosamente cada expresión o palabra sobre todos los temas, muchos nuevos, que ha suscitado esta negociación con las FARC. Y es que es necesario ser afortunado con el lenguaje para no generar debates o controversias innecesarias, así como también para acercar cada vez mas estos temas a los ciudadanos.  

Por eso, entre los eufemismos y disfemismos que se imponen en el argot sobre la paz, producto del esnobismo de quienes están a favor o en contra de este proceso de negociación en la Habana, aquí presento cuales expresiones comparto más que otras:

1) Preferible decir que lo que pasa en la Habana es una Negociación del fin del conflicto armado con las FARC, es pretencioso decir que es la Negociación de la paz, Proceso de paz o Diálogos de paz, pues como muchos políticos, periodistas y líderes han manifestado: en la Habana se firmarán unos acuerdos, pero la paz necesita de tiempo y trabajo, mucho trabajo. 

2) La refrendación o el plebiscito no dice mucho a los ciudadanos, la gente debe entender que con su voto podrá respaldar una salida negociada al conflicto armado con las FARC.

3) Justicia restaurativa o transicional, justicia retributiva, paz con impunidad, ninguna de las anteriores, complejas y abstractas, los ciudadanos deben entender que hay una concepción más amplia de justicia que se entiende desde el lugar de las víctimas, ¿acaso solo la cárcel de los victimarios repara a las víctimas? ¿acaso la expectativa de reparación de las víctimas solo se suscribe a la cárcel de sus victimarios?


Para entender cómo se configura la justicia en una negociación para poner fin a un conflicto armado interno, prefiero hablar de reparación integral a víctimas: atención psicosocial, memoria, verdad, restitución, indemnización, no repetición y penas alternativas para los victimarios.

4) Me gusta hablar de Postacuerdo a cambio de Postconflicto, pienso que la primera presupone al país un trabajo en pro de los acuerdos, además la segunda genera una gran expectativa sobre el fin de todos nuestros conflictos.
5) Prefiero el uso de zonas de transición. Imagínese usted desmovilizado, con todas sus incertidumbres sobre este proceso (porque también allá hay dudas y desconfianza), y saber que se debe desplazar a una zona de concentración, en medio de los odios de quienes rechazan este proceso. O ser habitante de una vereda, de esas que conocen que tan oscura y larga puede ser una noche de hostigamientos, y tener a pocos pasos una zona campamentaria  con 400 hombres armados.
6) Para la expresión que si no tengo reserva alguna, es para la de PAZ TERRITORIAL. Se necesita llevar Estado Social de Derecho a las olvidadas regiones para una verdadera paz: educación, salud, infraestructura, seguridad, justicia, vivienda digna, sostenibilidad económica. Las preguntas que surgen son ¿cómo se piensa llevar los derechos y oportunidades a las regiones? ¿con participación ciudadana o clientelismo? ¿con decisiones basadas en las necesidades de los más humildes o la rentabilidad de los contratos? ¿apostando a las capacidades de las personas o sosteniendo los enlaces electorales?

La paz territorial necesitará legalidad, educación y diálogos colectivos, para lograr la confianza suficiente que se requiere para construir la paz en medio de la diversidad del territorio y la idiosincrasia de las comunidades. 

La manera como se construya la paz territorial permitirá anticipar que tan sostenible logrará ser, y esto dependerá de las prácticas políticas o politiqueras que lleguen a gobernar en el 2018. Como sociedad tendremos una gran responsabilidad para que en Colombia no sigan gobernando quienes ven en la política una oportunidad para enriquecerse, dejando de un lado el trabajo por construir las oportunidades y condiciones necesarias para que el campesino, la madre cabeza de familia, los niños y niñas logren superar las trampas de la pobreza y alcancen la libertad que permite una vida digna. 



Por: Juan Camilo Salazar Martínez

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