El once de Septiembre del 2001, mientras mirábamos estupefactos como caían sobre la ciudad de New York aquellas dos torres, contemplamos a la vez lo efímero que es el mundo en el que vivimos, y como aquello que hemos inventado y construido no deja de ser una simple arruga sobre un tapete. Como dice Borges el tiempo atenúa los recuerdos y es exactamente lo que ocurrió, nos volvimos a sentir, luego de algunos años, en un mundo seguro, y confiados en las instituciones esperamos que el devenir siga siendo tranquilo. Pero no, estamos sobre un tapete que se moldea al ritmo en el que nuestras efímeras instituciones pecan por acción o por omisión.
Pero a diferencia de todos había un hombre que consciente de que el mundo en el que vivimos es tan volátil cual goleta sujeta al temporal logró abstraerse de la comodidad en la que supuestamente descansaba el mercado mundial para desde allí pronosticar la debacle económica de la que nadie en el mundo es ajeno. Igual que las aparentemente solidas estructuras del World Trade Center colapsaron por el empujón y el posterior debilitamiento de sus pilares, los mercados del mundo sufre un sacudimiento sísmico que pone en entre dicho la placidez con la que las personas del común veíamos la economía, sin embargo, no fuimos los únicos confiados, millones de inversionistas y economistas a nivel mundial también durmieron sobre sus laureles y disfrutaban de su dinero sobre un mar engañosamente placido.
En septiembre de 2006 Nouriel Roubini pronóstico el desangre que sufrirían los bancos Estadounidenses a cuenta del mercado hipotecario, anuncio que se haría realidad para Marzo del siguiente año y que no solo afecto a los bancos americanos sino también a empresas colombianas como Colceramica que vieron con desazón como la construcción en Estados Unidos sufría una parálisis crónica. Es así como en febrero del presente año el mundo asistió a otro pronóstico nada alentador de nuestro ahora, apodado por la prensa mundial, Gurú de la Crisis. Su artículo, al que por cierto sólo ahora nos estamos acercando no sólo nosotros sino también los economistas e inversionistas de los que les hable ahora que censuraron y tildaron de alarmista al ahora Nostradamus de las Finanzas, se titula "Riesgo de un colapso financiero o los doce pasos del desastre que está por venir" y en el presagiaba la completa iliquidez en la que quedarían algunos de los negocios que considerábamos los más sólidos y líquidos y anunciaba además que por cuenta de lo sucedido "Nos encontraremos con una recesión económica global conforme las pérdidas y la restricción del crédito se expandan por el planeta. Veremos pánico, ventas desesperadas y desplome en el precio de los activos que traerán consigo quiebras de entidades sistemáticamente importantes y ampliarán los negativos efectos financieros y económicos de la crisis. La política monetaria y fiscal serán ineficaces (…). La falta de confianza en las contrapartidas generará un deseo de acumulación de efectivo que hará impotente cualquier acción sobre los tipos de interés Debemos estar preparados para lo peor: el colapso del conjunto del sistema".
Definitivamente si parece Nostradamus pero es Roubini, un hombre que no sólo ofreció una visión de una crisis en su tiempo aún por venir, sino que planteo soluciones para las cuales exige el liderazgo y la acción coordinada por parte de las mayores económicas del mundo. En una de estas plausibles medidas propone un "Acuerdo entre países acreedores y deudores para la financiación ordenada de sus déficits y reclinado hacia las economías necesitadas de sus superávits para evitar un ajuste brusco de tales desequilibrios" una medida que por cuenta de su premonición es escuchada ahora en su puesto como nuevo asesor del G7.
En un mundo que nos acostumbro a relacionar economía con palabras como Liquidez, Flujo, Capital, Inversión o Ganancia; es alarmante escuchar ahora como luego de mencionarla hay una seguidilla de palabras como Recesión, Quiebra, Iliquidez, Pérdida o Freno. Pero se me plantea a la vez una pregunta de suma importancia ¿Por qué Colombia, con una economía que ha logrado permanecer firme ante la crisis y que no figura en la lista del Gurú como uno de los posibles países que va a ir a recesión, sigue rogando a un país en quiebra un Tratado de Libre Comercio que ellos ni quieren?
Pero a diferencia de todos había un hombre que consciente de que el mundo en el que vivimos es tan volátil cual goleta sujeta al temporal logró abstraerse de la comodidad en la que supuestamente descansaba el mercado mundial para desde allí pronosticar la debacle económica de la que nadie en el mundo es ajeno. Igual que las aparentemente solidas estructuras del World Trade Center colapsaron por el empujón y el posterior debilitamiento de sus pilares, los mercados del mundo sufre un sacudimiento sísmico que pone en entre dicho la placidez con la que las personas del común veíamos la economía, sin embargo, no fuimos los únicos confiados, millones de inversionistas y economistas a nivel mundial también durmieron sobre sus laureles y disfrutaban de su dinero sobre un mar engañosamente placido.
En septiembre de 2006 Nouriel Roubini pronóstico el desangre que sufrirían los bancos Estadounidenses a cuenta del mercado hipotecario, anuncio que se haría realidad para Marzo del siguiente año y que no solo afecto a los bancos americanos sino también a empresas colombianas como Colceramica que vieron con desazón como la construcción en Estados Unidos sufría una parálisis crónica. Es así como en febrero del presente año el mundo asistió a otro pronóstico nada alentador de nuestro ahora, apodado por la prensa mundial, Gurú de la Crisis. Su artículo, al que por cierto sólo ahora nos estamos acercando no sólo nosotros sino también los economistas e inversionistas de los que les hable ahora que censuraron y tildaron de alarmista al ahora Nostradamus de las Finanzas, se titula "Riesgo de un colapso financiero o los doce pasos del desastre que está por venir" y en el presagiaba la completa iliquidez en la que quedarían algunos de los negocios que considerábamos los más sólidos y líquidos y anunciaba además que por cuenta de lo sucedido "Nos encontraremos con una recesión económica global conforme las pérdidas y la restricción del crédito se expandan por el planeta. Veremos pánico, ventas desesperadas y desplome en el precio de los activos que traerán consigo quiebras de entidades sistemáticamente importantes y ampliarán los negativos efectos financieros y económicos de la crisis. La política monetaria y fiscal serán ineficaces (…). La falta de confianza en las contrapartidas generará un deseo de acumulación de efectivo que hará impotente cualquier acción sobre los tipos de interés Debemos estar preparados para lo peor: el colapso del conjunto del sistema".
Definitivamente si parece Nostradamus pero es Roubini, un hombre que no sólo ofreció una visión de una crisis en su tiempo aún por venir, sino que planteo soluciones para las cuales exige el liderazgo y la acción coordinada por parte de las mayores económicas del mundo. En una de estas plausibles medidas propone un "Acuerdo entre países acreedores y deudores para la financiación ordenada de sus déficits y reclinado hacia las economías necesitadas de sus superávits para evitar un ajuste brusco de tales desequilibrios" una medida que por cuenta de su premonición es escuchada ahora en su puesto como nuevo asesor del G7.
En un mundo que nos acostumbro a relacionar economía con palabras como Liquidez, Flujo, Capital, Inversión o Ganancia; es alarmante escuchar ahora como luego de mencionarla hay una seguidilla de palabras como Recesión, Quiebra, Iliquidez, Pérdida o Freno. Pero se me plantea a la vez una pregunta de suma importancia ¿Por qué Colombia, con una economía que ha logrado permanecer firme ante la crisis y que no figura en la lista del Gurú como uno de los posibles países que va a ir a recesión, sigue rogando a un país en quiebra un Tratado de Libre Comercio que ellos ni quieren?
CARLOS ANDRÉS SALAZAR MARTÍNEZ
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