16 febrero 2010

Poe


Edgar Allan Poe estaba loco. La locura según él es una forma de inteligencia que aun no comprendemos y que en el fondo me gustaría entender. Qué tipo de pensamientos magníficos y perversos llevaría a este hombre a describir con semejante color y fluidez la vida de los personajes más extraordinarios y oscuros que la literatura recuerde. Con que facilidad nos introduce en la mente del asesino y nos transporta de la aparente tranquilidad del homicida antes del asesinato, o durante él, a la confusión y posterior derrota de su consciencia ante la inigualable y hasta perversa condición humana. (Hace que recuerde uno de los más brillantes relatos que yo haya leído, Markheim de Stevenson, tal vez por eso Stevenson lo detesto)

Al igual que nos transporta a su antojo por los rastros, las pesquisas y deducciones hasta la resolución del caso, también se toma el atrevimiento de hacer participes de las historias a animales que toman venganza de las muertes, alivian las penas, son cómplices o victimas de nuestros actos y dan equilibrio a los relatos.

La prosa tiene un valor fundamental en su obra, le otorga la identidad que necesita cada uno de sus cuentos y prolonga el encuentro con la verdad y acelera las pesquisas sobre los hechos. Porque son para él los hechos y sus reflejos los que vienen de golpe, pero la verdad, la verdad se oculta tras ellos, detrás de las imágenes y las pruebas, la verdad es la que los conecta y los hace parte de una única y definitiva existencia.

Si mal no recuerdo Poe fue un escritor que durante su juventud gozó de un envidiable estado físico, para luego sumirse en una prisión de la que muy pocos han podido escapar, el alcohol. El caso es que renacía por ocasiones, luego de ellas o entre ellas, para regalar a la posteridad una de las más altas cumbres de la literatura, además, de una de las más oscuras.

"Quedará entendido que hablo de 'coincidencias' y 'nada más'. Lo que he dicho anteriormente sobre este tema debe ser suficiente. No tengo fe en lo sobrenatural. Ningún hombre con sentido común y que piense negará que Dios y la Naturaleza son dos. Y que el Primero, al crear la segunda puede, a voluntad, controlarla o modificarla, también es asunto incuestionable. Digo 'a voluntad', pues la cuestión es de voluntad y no de poder como asume la locura de la lógica. No es que Dios 'no pueda' modificar sus leyes, sino que le insultamos imaginando una posible necesidad de modificación. En su origen, estas leyes se dictaron para abarcar 'todas' las contingencias que 'pudieran' surgir en el futuro. Con Dios todo es 'Ahora'"

El Misterio de Marie Roget. Edgar Allan Poe

Carlos Andrés Salazar Martínez

01 febrero 2010

Noticias como chismes



¿Qué necesidad debe existir para tener dentro de una sociedad un diario sensacionalista?

Pues aparte de ser un mercado aun no explorado dentro de nuestra ciudad existe el hecho de ser una necesidad que debe ser creada para procurar su consumo. Aún no le veo razón de ser diferente a la necesidad de negocio, pero de igual modo acepto que no tengo los suficientes argumentos para hacer un tratado sobre el por qué para mí es menos benéfico de lo que muchos sospechan.

Un diario de estas características busca, por sobre todo dar validez a los chismes que circulan en las calles, da validez porque está escrito y tiene un autor plenamente identificado, además de alimentarse de su mayor fuente de poder: la fotografía, cruda como la verdad misma. Sin embargo, y tal vez con lo que menos de acuerdo estoy, una noticia publicada de esta manera tiene el mismo atisbo fastidioso y mediocre que produce cualquier noticia de barrio. Irresponsable, sin la reflexión profunda que debe producir hechos tan oscuros como lo es un suicidio o un asesinato. Reflexión de la que además, omitirlo sería una calumnia, carecen las noticias de último minuto que son transmitidas tanto en televisión como en radio.

Si lo que se pretende es decir la verdad sin vericuetos y hablar con claridad sobre lo que sucede en las calles de una ciudad como Medellín es, en definitiva, en un medio serio en quien debe recaer semejante responsabilidad ante todo teniendo presente que las suspicacias y las argucias corresponden a otro ámbito de la sociedad. Es más increíble aún que después de sobrevivir tanto tiempo sin prensa sensacionalista en la ciudad ahora sí necesitemos de ella.

Pensando aquí, de una vez, en las posibles respuestas que podrían surgir de uno de los co-fundadores a la pregunta del ¿Para qué? muy seguramente podríamos escucharlo defendiéndose con el argumentando de que en todas las grandes ciudades del mundo existe por lo menos uno de estos diarios y yo les diría que eso no es una excusa y que preocupante es que un diario como El Colombiano (para comenzar a hablar en nombres propios), que se vanagloria de su “Lee, Piensa”, haya optado por diversificar su negocio hacia el sensacionalismo y no hacia la cultura deja mucho que desear. ¿En qué quiere que piense su público, entonces?

Todo, ahora, es lo suficientemente Light como para que el lector acepte sumiso las siniestras noticias y los fotografías morbosas que se les ofrecen por los mismos mil pesitos.

Pero bueno, sé que es una lucha inútil, tan inútil como pelear contra la legalización de la droga (eso, para que lo publiquen), pues para los problemas morales no hay mejor olvido que un negocio redituable.

Pero ¿saben que si me duele? Pensar que luego de guardar silencio por tantos años debido al miedo que infundían sicarios, narcotraficantes y cualquier otra clase de maloso, ahora sí, ahora que estamos jartos unos y acostumbrados otros a tanta violencia, ahora que no sienten amenazadas sus vidas, justo ahora, busquen mostrarle a la ciudad la verdad, aunque sea matizada y parcial de algo de lo que aún intentamos ir saliendo.

Carlos Andrés Salazar Martínez